lunes, 2 de marzo de 2015

Canción para Monstruos Piratas



What will we do with a drunken sailor?
What will we do with a drunken sailor?
What will we do with a drunken sailor?
Early in the morning

Way hay and up she rises
Way hay and up she rises
Way hay and up she rises
Early in the morning

Shave his belly with a rusty razor
Shave his belly with a rusty razor
Shave his belly with a rusty razor
Early in the morning

Way hay and up she rises
Way hay and up she rises
Way hay and up she rises
Early in the morning

Put him in the longboat until he's sober
Put him in the longboat until he's sober
Put him in the longboat until he's sober
Early in the morning

Way hay and up she rises
Way hay and up she rises
Way hay and up she rises
Early in the morning

Stick him in the scrubbers with a hosepipe on him
Stick him in the scrubbers with a hosepipe on him
Stick him in the scrubbers with a hosepipe on him
Early in the morning

Shave his belly with a rusty razor
Shave his belly with a rusty razor
Shave his belly with a rusty razor
Early in the morning

Way hay and up she rises
Way hay and up she rises
Way hay and up she rises
Early in the morning

Way hay and up she rises
Way hay and up she rises
Way hay and up she rises
Early in the morning

That's what we do with a drunken sailor
That's what we do with a drunken sailor
That's what we do with a drunken sailor
Early in the morning

Way hay and up she rises
Way hay and up she rises
Way hay and up she rises
Early in the morning

Way hay and up she rises
Way hay and up she rises
Way hay and up she rises
Early in the morning

Recordad buscar información sobre corsarios, marineros y piratas, y compartid curiosidades en los comentarios.
Aquí os dejo el enlace al vídeo de la canción, recordad que la parte en negrita es la que hemos cambiado. ¡Al abordaje monstruos!

Y aquí os dejo otras versiones de la canción, entre ellas una en castellano.

miércoles, 11 de febrero de 2015

Monstruomáticas

Os dejo por aquí las dos páginas que os ha comentado Alberto para que practiquéis en casa, ¡¡USADLAS INSENSATOS!!


http://www.amolasmates.es/Mates%20basicas/mates_basicas4.html

http://www2.gobiernodecanarias.org/educacion/17webc/eltanque/todo_mate/calculo_m/calculomental_p_p.html

Para proporcionalidad y porcentajes:
http://web.educastur.princast.es/ies/pravia/carpetas/recursos/mates/anaya1/datos/09/unidad_09.htm 
http://www.aplicaciones.info/decimales/proporci.htm


Análisis Monstruófolo!!

La Cenicienta

"¡Si ya nos la sabemos de memoria!",
diréis. Y, sin embargo, de esta historia
tenéis una versión falsificada,
rosada, tonta, cursi, azucarada,
que alguien con la mollera un poco rancia
consideró mejor para la infancia...

El lío se organiza en el momento
en que las Hermanastras de este cuento
se marchan a Palacio y la pequeña
se queda en la bodega a partir leña.
Allí, entre los ratones llora y grita,
golpea la pared, se desgañita:
Quiero salir de aquí! ¡Malditas brujas!
¡¡Os arrancaré el moño por granujas!!".
Y así hasta que por fin asoma el Hada
por el encierro en el que está su ahijada.
"¿Qué puedo hacer por ti, Ceny querida?
¿Por qué gritas así? ¿Tan mala vida
te dan esas lechuzas?". "¡Frita estoy
porque ellas van al baile y yo no voy!".
La chica patalea furibunda:
"¡Pues yo también iré a esa fiesta inmunda!
¡Quiero un traje de noche, un paje, un coche,
zapatos de charol, sortija, broche,
pendientes de coral, pantys de seda
y aromas de París para que pueda
enamorar al Príncipe en seguida
con mi belleza fina y distinguida!".
Y dicho y hecho, al punto Cenicienta,
en menos tiempo del que aquí se cuenta,
se personó en Palacio, en plena disco,
dejando a sus rivales hechas cisco.

Con Ceny bailó el Príncipe rocks miles
tomándola en sus brazos varoniles
y ella se le abrazó con tal vigor
que allí perdió su Alteza su valor,
y mientras la miró no fue posible
que le dijera cosa inteligible.
Al dar las doce Ceny pensó: "Nena,
como no corras la hemos hecho buena",
mientras se le agarraba a los riñones,
y ella tirando y él hecho un pelmazo
hasta que el traje se hizo mil pedazos.
La pobre se escapó medio en camisa,
pero perdió un zapato con la prisa.
el Príncipe, embobado, lo tomó
y ante la Corte entera declaró:
La dueña del pie que entre en el zapato
será mi dulce esposa, o yo me mato!".
Después, como era un poco despistado,
dejó en una bandeja el chanclo amado.
Una Hermanastra dijo: "¡Ésta es la mía!",
y, en vista de que nadie la veía,
pescó el zapato, lo tiró al retrete
y lo escamoteó en un periquete.
En su lugar, disimuladamente,
dejó su zapatilla maloliente.

En cuanto salió el Sol, salió su Alteza
por la ciudad con toda ligereza
en busca de la dueña de la prenda.
De casa en casa fue, de tienda en tienda,
e hicieron cola muchas damiselas
sin resultado. Aquella vil chinela,
incómoda, pestífera y chotuna,
no le sentaba bien a dama alguna.
Así hasta que fue el turno de la casa
de Cenicienta... "¡Pasa, Alteza, pasa!",
dijeron las perversas Hermanastras
y, tras guiñar un ojo a la Madrastra,
se puso la de más cara de cerdo
su propia zapatilla en el pie izquierdo.
El Príncipe dio un grito, horrorizado,
pero ella gritó más: "¡Ha entrado! ¡Ha entrado!
¡Seré tu dulce esposa!". "¡Un cuerno frito!".
"¡Has dado tu palabra. Principito,
precioso mío!". "¿Sí? -rugió su Alteza.
--¡Ordeno que le corten la cabeza!".
Se la cortaron de un único tajo
y el Príncipe se dijo: "Buen trabajo.
Así no está tan fea". De inmediato
gritó la otra Hermanastra: "¡Mi zapato!
¡Dejad que me lo pruebe!". "¡Prueba esto!",
bramó su Alteza Real con muy mal gesto
y, echando mano de su real espada,
la descocó de una estocada;
cayó la cabezota en la moqueta,
dio un par de botes y se quedó
quieta...

En la cocina Cenicienta estaba
quitándoles las vainas a unas habas
cuando escuchó los botes, -pam, pam, pam-
del coco de su hermana en el zaguán,
así que se asomó desde la puerta
y preguntó: "¿Tan pronto y ya despierta?".
El Príncipe dio un salto: "¡Otro melón!",
y a Ceny le dio un vuelco el corazón.
"¡Caray! -pensó-. ¡Qué bárbara es su alteza!
con ese yo me juego la cabeza...
¡Pero si está completamente loco!".
Y cuando gritó el Príncipe: "¡Ese coco!
¡Cortádselo ahora mismo!", en la cocina
brilló la vara del Hada Madrina.
que tus deseos corren de mi cuenta!".
"¡Hada Madrina, -suplicó la ahijada-,
no quiero ya ni príncipes ni nada
que pueda parecérseles! Ya he sido
Princesa por un día. Ahora te pido
quizá algo más difícil e infrecuente:
un compañero honrado y buena gente.
¿Podrás encontrar uno para mí,
Madrina amada? Yo lo quiero así...".

Y en menos tiempo del que aquí se cuenta
se descubrió de pronto Cenicienta
a salvo de su Príncipe y casada
con un señor que hacía mermelada.
Y, como fueron ambos muy felices,


nos dieron con el tarro en las narices.

miércoles, 4 de febrero de 2015

Cuentos para que los monstruos aprendan monstruosidades

Señores monstruos, os dejo aquí algunas páginas que contienen recopilaciones de cuentos. Además de tres títulos de colecciones que podéis encontrar en bibliotecas, y que os recomiendo mucho. Y ya sabéis: NO HAY EXCUSAS.

Otros títulos de recopilaciones son El palacio de los cuentos y Mil años de cuentos (de).

No olvidéis la importancia de la tradición de los cuentos y fábulas, buscad en el folclore, la mitología y la historia, porque cada cuento es una lección y una forma de adentrarnos en la lectura y en el conocimiento de otro modo, mas breve y fantasioso. Disfrutad.
Por cierto monstruitos, las ilustraciones sobre cuentos de esta entrada son de la artista Abigail Larson.

martes, 3 de febrero de 2015

¡ BAILAD, BAILAD MONSTRUITOS !

Aunque a alguno que otro le de un poco de paniquete, estamos trabajando el baile, y para que no tengáis tanto miedo, aquí os dejo la presentación en prezi que os enseñé el otro día en clase. 

En los comentarios podéis compartir ideas o vídeos que os inspiren, para así hacer que todos disfrutemos de esta actividad, y ya sabéis, la vergüenza es un Monstruo que no me gusta, así que se queda en la puerta del cole.



Aqui os dejo la presentación: Let´s Dance

Y este link os llevará a dos escuelas de baile en las que podéis investigar, porque son verdaderos genios:


Y un poco de Dancehall con

lunes, 2 de febrero de 2015

¿Problemas de monstruos, o monstruos con problemas?

Bueno chicos aquí os dejo las fichas de problemas de matemáticas que os he hecho para las clases. Usadlas bien y pensad mucho...pero ¡mucho mucho!

Ficha de problemas 1.


Problema nº 1.
La base de un rectángulo mide 35 cm, y su altura mide 7/20 de la base. ¿Cuál es su área (A=bxh)?
Problema nº 2.
Victoria se gasta 2/5 del dinero que tiene en comprarse un disco y 1/4 del total en la merienda. 
Si tenía 30 €:
  1. ¿Qué fracción del total le queda?
  2. ¿Cuánto dinero le queda?
Problema nº 3.
Tres amigos se reparten un premio que les ha tocado en un sorteo, de forma que el primero se lleva 3/5 del total; el segundo se lleva 5/8 de lo que queda, y el tercero se lleva 37,5 €. ¿A cuánto ascendía el premio?
Problema nº 4.
Para llegar a nuestro destino de vacaciones, hemos recorrido por la mañana 2/3 del camino; por la tarde, 2/3 de lo que faltaba, y aún nos quedan 30 km para llegar. ¿Cuál es la distancia total a la que está dicho destino?
Problema nº 5.
Adrián, Eloy y Mari Carmen quieren comprar un regalo de cumpleaños que cuesta 27 €. Adrián aporta 2/5 del precio total; Eloy, 1/3, y Mari Carmen, el resto. ¿Cuánto dinero pone cada uno?
Problema nº 6.
En una bolsa de 24 bolas, las bolas blancas con ¼ de ellas. Sin sacar ninguna, ¿cuántas bolas blancas debo añadir para conseguir que las blancas fuesen la mitad?
Problema nº 7.
En un pinar de 210 pinos se talaron sus 3/5 partes, poco después hubo un incendio, en el que se quemaron los 5/7 de los pinos que quedaban. ¿Cuántos pinos sobrevivieron?
Problema nº 8.

La familia de Oscar gasta 1/3 de su presupuesto en la vivienda y 1/5 en alimentación. ¿Qué fracción del presupuesto queda para otros gastos? Sus ingresos mensuales son de 2235 euros. ¿Cuánto pagarán por la vivienda?

Sí, ya se que esta es solo la ficha uno, no me he vuelto loca, pero como se que vosotros si que os pondréis como locos cuando tengáis todos los problemas, prefiero ir poco a poco, las iré metiendo en esta entrada conforme las vayamos viendo en clase.

martes, 27 de enero de 2015

¡Cuentos para Monstruos!

Aquí os dejo los cuentos con los que vamos a trabajar en la unidad 7, en otra entrada os colocaré algunos links a páginas en las que podéis leer todo tipo de cuentos, ¡Usadlas bien!

Ficha 1. Rumpelstiltskin.
Cuentan que en un tiempo muy lejano el rey decidió pasear por sus dominios, que incluían una pequeña aldea en la que vivía un molinero junto con su bella hija. Al interesarse el rey por ella, el molinero mintió para darse importancia: "Además de bonita, es capaz de convertir la paja en oro hilándola con una rueca." El rey, francamente contento con dicha cualidad de la muchacha, no lo dudó un instante y la llevó con él a palacio.
© 2015 grimmstories.com
Una vez en el castillo, el rey ordenó que condujesen a la hija del molinero a una habitación repleta de paja, donde había también una rueca: "Tienes hasta el alba para demostrarme que tu padre decía la verdad y convertir esta paja en oro. De lo contrario, serás desterra

da." © 2015
© 2015 grimmstories.com
La pobre niña lloró desconsolada, pero he aquí que apareció un estrafalario enano que le ofreció hilar la paja en oro a cambio de su collar. La hija del molinero le entregó la joya y... zis-zas, zis-zas, el enano hilaba la paja que se iba convirtiendo en oro en las canillas, hasta que no quedó ni una brizna de paja y la habitación refulgía por el oro. 
© 2015 
Cuando el rey vio la proeza, guiado por la avaricia, espetó: "Veremos si puedes hacer lo mismo en esta habitación." Y le señaló una estancia más grande y más repleta de paja que la del día anterior. 

La muchacha estaba desesperada, pues creía imposible cumplir la tarea pero, como el día anterior, apareció el enano saltarín: "¿Qué me das si hilo la paja para convertirla en oro?" preguntó al hacerse visible. "Sólo tengo esta sortija." Dijo la doncella tendiéndole el anillo. "Empecemos pues," respondió el enano. Y zis-zas, zis-zas, toda la paja se convirtió en oro hilado. Pero la codicia del rey no tenía fin, y cuando comprobó que se habían cumplido sus órdenes, anunció: "Repetirás la hazaña una vez más, si lo consigues, te haré mi esposa." Pues pensaba que, a pesar de ser hija de un molinero, nunca encontraría mujer con dote mejor. Una noche más lloró la muchacha, y de nuevo apareció el grotesco enano: "¿Qué me darás a cambio de solucionar tu problema?" Preguntó, saltando, a la chica. "No tengo más joyas que ofrecerte," y pensando que esta vez estaba perdida, gimió desconsolada. "Bien, en ese caso, me darás tu primer hijo," demandó el enanillo. Aceptó la muchacha: "Quién sabe cómo irán las cosas en el futuro." - "Dijo para sus adentros." Y como ya había ocurrido antes, la paja se iba convirtiendo en oro a medida que el extraño ser la hilaba.

Cuando el rey entró en la habitación, sus ojos brillaron más aún que el oro que estaba contemplando, y convocó a sus súbditos para la celebración de los esponsales. 2015 grimmstories.com© 2015 grimmstories.com
Vivieron ambos felices y al cabo de una año, tuvieron un precioso retoño. La ahora reina había olvidado el incidente con la rueca, la paja, el oro y el enano, y por eso se asustó enormemente cuando una noche apareció el duende saltarín reclamando su recompensa. 
© 201
"Por favor, enano, por favor, ahora poseo riqueza, te daré todo lo que quieras." ¿Cómo puedes comparar el valor de una vida con algo material? Quiero a tu hijo," exigió el desaliñado enano. Pero tanto rogó y suplicó la mujer, que conmovió al enano: "Tienes tres días para averiguar cuál es mi nombre, si lo aciertas, dejaré que te quedes con el niño. Por más que pensó y se devanó los sesos la molinerita para buscar el nombre del enano, nunca acertaba la respuesta correcta. 
© 2015 
Al tercer día, envió a sus exploradores a buscar nombres diferentes por todos los confines del mundo. De vuelta, uno de ellos contó la anécdota de un duende al que había visto saltar a la puerta de una pequeña cabaña cantando: 

"Hoy tomo vino, y mañana cerveza, después al niño sin falta traerán. Nunca, se rompan o no la cabeza, el nombre Rumpelstiltskin adivinarán”

Cuando volvió el enano la tercera noche, y preguntó su propio nombre a la reina, ésta le contestó: "¡Te llamas Rumpelstiltskin!" 
"¡No puede ser!" gritó él, "¡no lo puedes saber! ¡Te lo ha dicho el diablo!" Y tanto y tan grande fue su enfado, que dio una patada en el suelo que le dejó la pierna enterrada hasta la mitad, y cuando intentó sacarla, el enano se partió por la mitad.

* * FIN * *

1. Cuenta, con tus palabras, en cuantas partes se divide el cuento, y resume en una línea qué ocurre en cada una de ellas.

2. ¿Cómo crees que es Rumpelstiltskin? Descríbelo física y psicológicamente.


3. Pongámonos en el lugar del malvado de la historia. Escribe brevemente la visión de Rumpelstiltskin sobre lo ocurrido.



Ficha 2. El porquerizo


Érase una vez un príncipe que andaba mal de dinero. Su reino era muy pequeño, aunque lo suficiente para permitirle casarse, y esto es lo que el príncipe quería hacer.
Sin embargo, fue una gran osadía por su parte el irse derecho a la hija del Emperador y decirle en la cara: -¿Me quieres por marido?-. Si lo hizo, fue porque la fama de su nombre había llegado muy lejos. Más de cien princesas lo habrían aceptado, pero, ¿lo querría ella?
Pues vamos a verlo.
En la tumba del padre del príncipe crecía un rosal, un rosal maravilloso; florecía solamente cada cinco años, y aun entonces no daba sino una flor; pero era una rosa de fragancia tal, que quien la olía se olvidaba de todas sus penas y preocupaciones. Además, el príncipe tenía un ruiseñor que, cuando cantaba, se habría dicho que en su garganta se juntaban las más bellas melodías del universo. Decidió, pues, que tanto la rosa como el ruiseñor serían para la princesa, y se los envió encerrados en unas grandes cajas de plata.
El Emperador mandó que los llevaran al gran salón, donde la princesa estaba jugando a «visitas» con sus damas de honor. Cuando vio las grandes cajas que contenían los regalos, exclamó dando una palmada de alegría:
-¡A ver si es un gatito! -pero al abrir la caja apareció el rosal con la magnífica rosa.
-¡Qué linda es! -dijeron todas las damas.
-Es más que bonita -precisó el Emperador-, ¡es hermosa!
Pero cuando la princesa la tocó, por poco se echa a llorar.
-¡Ay, papá, qué lástima! -dijo-. ¡No es artificial, sino natural!
-¡Qué lástima! -corearon las damas-. ¡Es natural!
-Vamos, no te aflijas aún, y veamos qué hay en la otra caja -aconsejó el Emperador; y salió entonces el ruiseñor, cantando de un modo tan bello, que no hubo medio de manifestar nada en su contra.
-¡Superbe, charmant! -exclamaron las damas, pues todas hablaban francés a cual peor.
-Este pájaro me recuerda la caja de música de la difunta Emperatriz -observó un anciano caballero-. Es la misma melodía, el mismo canto.
-En efecto -asintió el Emperador, echándose a llorar como un niño.
-Espero que no sea natural, ¿verdad? -preguntó la princesa.
-Sí, lo es; es un pájaro de verdad -respondieron los que lo habían traído.
-Entonces, dejadlo en libertad -ordenó la princesa; y se negó a recibir al príncipe.
Pero éste no se dio por vencido. Se embadurnó de negro la cara y, calándose una gorra hasta las orejas, fue a llamar a palacio.
-Buenos días, señor Emperador -dijo-. ¿No podríais darme trabajo en el castillo?
-Bueno -replicó el Soberano-. Necesito a alguien para guardar los cerdos, pues tenemos muchos.
Y así el príncipe pasó a ser porquerizo del Emperador. Le asignaron un reducido y mísero cuartucho en los sótanos, junto a los cerdos, y allí hubo de quedarse. Pero se pasó el día trabajando, y al anochecer había elaborado un primoroso pucherito, rodeado de cascabeles, de modo que en cuanto empezaba a cocer las campanillas se agitaban, y tocaban aquella vieja melodía:
¡Ay, querido Agustín, todo tiene su fin!
Pero lo más asombroso era que, si se ponía el dedo en el vapor que se escapaba del puchero, enseguida se adivinaba, por el olor, los manjares que se estaban guisando en todos los hogares de la ciudad. ¡Desde luego la rosa no podía compararse con aquello!
He aquí que acertó a pasar la princesa, que iba de paseo con sus damas y, al oír la melodía, se detuvo con una expresión de contento en su rostro; pues también ella sabía la canción del "Querido Agustín". Era la única que sabía tocar, y lo hacía con un solo dedo.
-¡Es mi canción! -exclamó-. Este porquerizo debe ser un hombre de gusto. Oye, vete abajo y pregúntale cuánto cuesta su instrumento.
Tuvo que ir una de las damas, pero antes se calzó unos zuecos.
-¿Cuánto pides por tu puchero? -preguntó.
-Diez besos de la princesa -respondió el porquerizo.
-¡Dios nos asista! -exclamó la dama.
-Éste es el precio, no puedo rebajarlo -, observó él.
-¿Qué te ha dicho? -preguntó la princesa.
-No me atrevo a repetirlo -replicó la dama-. Es demasiado indecente.
-Entonces dímelo al oído -. La dama lo hizo así.
-¡Es un grosero! -exclamó la princesa, y siguió su camino; pero a los pocos pasos volvieron a sonar las campanillas, tan lindamente:
¡Ay, querido Agustín, todo tiene su fin!
-Escucha -dijo la princesa-. Pregúntale si aceptaría diez besos de mis damas.
-Muchas gracias -fue la réplica del porquerizo-. Diez besos de la princesa o me quedo con el puchero.
-¡Es un fastidio! - exclamó la princesa -. Pero, en fin, poneos todas delante de mí, para que nadie lo vea.
Las damas se pusieron delante con los vestidos extendidos; el porquerizo recibió los diez besos, y la princesa obtuvo la olla.
¡Dios santo, cuánto se divirtieron! Toda la noche y todo el día estuvo el puchero cociendo; no había un solo hogar en la ciudad del que no supieran lo que en él se cocinaba, así el del chambelán como el del remendón. Las damas no cesaban de bailar y dar palmadas.
-Sabemos quién comerá sopa dulce y tortillas, y quien comerá papillas y asado. ¡Qué interesante!
-Interesantísimo -asintió la Camarera Mayor.
-Sí, pero de eso, ni una palabra a nadie; recordad que soy la hija del Emperador.
-¡No faltaba más! -respondieron todas-. ¡Ni que decir tiene!
El porquerizo, o sea, el príncipe -pero claro está que ellas lo tenían por un porquerizo auténtico- no dejaba pasar un solo día sin hacer una cosa u otra. Lo siguiente que fabricó fue una carraca que, cuando giraba, tocaba todos los valses y danzas conocidos desde que el mundo es mundo.
-¡Oh, esto es superbe! -exclamó la princesa al pasar por el lugar.
-¡Nunca oí música tan bella! Oye, entra a preguntarle lo que vale el instrumento; pero nada de besos, ¿eh?
-Pide cien besos de la princesa -fue la respuesta que trajo la dama de honor que había entrado a preguntar.
-¡Este hombre está loco! -gritó la princesa, echándose a andar; pero se detuvo a los pocos pasos-. Hay que estimular el Arte -observó-. Por algo soy la hija del Emperador. Dile que le daré diez besos, como la otra vez; los noventa restantes los recibirá de mis damas.
-¡Oh, señora, nos dará mucha vergüenza! -manifestaron ellas.
-¡Ridiculeces! -replicó la princesa-. Si yo lo beso, también pueden hacerlo ustedes. No olviden que les mantengo y les pago-. Y las damas no tuvieron más remedio que resignarse.
-Serán cien besos de la princesa -replicó él- o cada uno se queda con lo suyo.
-Poneos delante de mí -ordenó ella; y, una vez situadas las damas convenientemente, el príncipe empezó a besarla.
-¿Qué alboroto hay en la pocilga? -preguntó el Emperador, que acababa de asomarse al balcón. Y, frotándose los ojos, se caló los lentes-. Las damas de la Corte que están haciendo de las suyas; bajaré a ver qué pasa.
Y se apretó bien las zapatillas, pues las llevaba muy gastadas.
¡Demonios, y no se dio poca prisa!
Al llegar al patio se adelantó callandito, callandito; por lo demás, las damas estaban absorbidas contando los besos, para que no hubiese engaño, y no se dieron cuenta de la presencia del Emperador, el cual se levantó de puntillas.
-¿Qué significa esto? -exclamó al ver el besuqueo, dándole a su hija con la zapatilla en la cabeza cuando el porquerizo recibía el beso número ochenta y seis.
-¡Fuera todos de aquí! -gritó, en el colmo de la indignación. Y todos hubieron de abandonar el reino, incluso la princesa y el porquerizo.
Y he aquí a la princesa llorando, y al porquerizo regañándole, mientras llovía a cántaros.
-¡Ay, mísera de mí! -exclamaba la princesa-. ¿Por qué no acepté al apuesto príncipe? ¡Qué desgraciada soy!
Entonces el porquerizo se ocultó detrás de un árbol, y, limpiándose la tizne que le manchaba la cara y quitándose las viejas prendas con que se cubría, volvió a salir espléndidamente vestido de príncipe, tan hermoso y gallardo, que la princesa no tuvo más remedio que inclinarse ante él.
-He venido a devolverte el desprecio -exclamó él-. Te negaste a aceptar a un príncipe digno. No fuiste capaz de apreciar la rosa y el ruiseñor, y, en cambio, besaste al porquerizo por una bagatela. ¡Pues ahí tienes la recompensa!
Y entró en su reino y le dio con la puerta en las narices. Ella tuvo que quedarse fuera y ponerse a cantar:
¡Ay, querido Agustín, todo tiene su …
… Fin


Ficha 3. La pastora y el deshollinador.

¿Has visto alguna vez uno de estos armarios muy viejos, ennegrecidos por los años, adornados con tallas de volutas y follaje? Pues uno así había en una sala; era una herencia de la bisabuela, y de arriba abajo estaba adornado con tallas de rosas y tulipanes. Presentaba los arabescos más raros que quepa imaginar, y entre ellos sobresalían cabecitas de ciervo con sus cornamentas. En el centro, habían tallado un hombre de cuerpo entero; su figura era de verdad cómica, y en su cara se dibujaba una mueca, pues aquello no se podía llamar risa. Tenía patas de cabra, cuernecitos en la cabeza y una luenga barba. Los niños de la casa lo llamaban siempre el «Generalisimosargentocomandantisimoguerreropatascaprinascachiporrazo»; era un nombre muy largo, y son bien pocos los que ostentan semejante título; ¡y no debió de tener poco trabajo, el que lo esculpió!
Y allí estaba, con la vista fija en la mesa situada debajo del espejo, en la que había una linda pastorcilla de porcelana, con zapatos dorados, el vestido graciosamente sujeto con una rosa encarnada, un dorado sombrerito en la cabeza y un báculo de pastor en la mano: era un primor. A su lado había un pequeño deshollinador, negro como el carbón, aunque asimismo de porcelana, tan fino y pulcro como otro cualquiera; lo de deshollinador sólo lo representaba: el fabricante de porcelana lo mismo hubiera podido hacer de él un príncipe, ¡qué más le daba!
He ahí, pues, al hombrecillo con su escalera, y unas mejillas blancas y sonrosadas como las de la muchacha, lo cual no dejaba de ser un contrasentido, pues un poquito de hollín le hubiera cuadrado mejor. Estaba de pie junto a la pastora; los habían colocado allí a los dos, y, al encontrarse tan juntos, se habían enamorado. Nada había que objetar: ambos eran de la misma porcelana e igualmente frágiles.
A su lado había aún otra figura, tres veces mayor que ellos: un viejo chino que podía agachar la cabeza. Era también de porcelana, y pretendía ser el abuelo de la zagala, aunque no estaba en situación de probarlo. Afirmaba tener autoridad sobre ella, y, en consecuencia, había aceptado, con un gesto de la cabeza, la petición que el “Generalisimosargentocomandantisimoguerreropatascaprinascachiporrazo” le había hecho de la mano de la pastora.
-Tendrás un marido -dijo el chino a la muchacha- que estoy casi convencido, es de madera de ébano; hará de ti la “Generalisimasargentocomandantisimaguerrerapatascaprinascachiporrazo”
Su armario está repleto de objetos de plata, ¡y no digamos ya lo que deben contener los cajones secretos!
-¡No quiero entrar en el oscuro armario! -protestó la pastorcilla-. He oído decir que guarda en él once mujeres de porcelana.
-En este caso, tú serás la duodécima -replicó el chino-. Esta noche, en cuanto cruja el viejo armario, se celebrará la boda, ¡como yo soy chino!
E, inclinando la cabeza, se quedó dormido.
La pastorcilla, llorosa, levantó los ojos al dueño de su corazón, el deshollinador de porcelana.
-Quisiera pedirte un favor. ¿Quieres venirte conmigo por esos mundos de Dios? Aquí no podemos seguir.
-Yo quiero todo lo que tú quieras –le respondió el mocito-. Vámonos enseguida, estoy seguro de que podré sustentarte con mi trabajo.
-¡Oh, si pudiésemos bajar de la mesa sin contratiempo! -dijo ella-. Sólo me sentiré contenta cuando hayamos salido a esos mundos.
Él la tranquilizó, y le enseñó cómo tenía que colocar el piececito en las labradas esquinas y en el dorado follaje de la pata de la mesa; se sirvió de su escalera, y en un santiamén se encontraron en el suelo. Pero al mirar al armario, observaron en él una agitación; todos los ciervos esculpidos alargaban la cabeza y, levantando la cornamenta, volvían el cuello; el “Generalisimosargentocomandantisimoguerreropatascaprinascachiporrazo” pegó un brinco y gritó al chino:
-¡Se escapan, se escapan!
Los pobrecillos, asustados, se metieron en un cajón que había debajo de la ventana.
Había allí tres o cuatro barajas, aunque ninguna completa, y un teatrillo de títeres montado un poco a la buena de Dios. Precisamente se estaba representando una función y todas las damas, oros y corazones, tréboles y espadas, sentados en las primeras filas, se abanicaban con sus tulipanes; detrás quedaban las sotas, mostrando que tenían cabeza o, por decirlo mejor, cabezas, una arriba y otra abajo, como es costumbre en los naipes. El argumento trataba de dos enamorados que no podían ser el uno para el otro, y la pastorcilla se echó a llorar, por lo mucho que el drama se parecía al suyo.
-¡No puedo resistirlo! -exclamó-. ¡Tengo que salir del cajón!
Pero una vez volvieron a estar en el suelo y levantaron los ojos a la mesa, el viejo chino, despierto, se tambaleó con todo el cuerpo, pues por debajo de la cabeza lo tenía de una sola pieza.
-¡Que viene el viejo chino! -gritó la zagala azorada, cayendo de rodillas.
-Se me ocurre una idea -dijo el deshollinador-. ¿Y si nos metiésemos en aquella gran jarra de la esquina? Estaremos entre rosas y espliego, y si se acerca le arrojaremos sal a los ojos.
-No serviría de nada -respondió ella-. Además, sé que el chino y la jarra estuvieron prometidos, y siempre queda cierta simpatía en semejantes circunstancias. No; el único recurso es lanzarnos al mundo.
-¿De verdad te sientes con valor para hacerlo? -preguntó el deshollinador-. ¿Has pensado en lo grande que es y que nunca podremos volver a este lugar?
-Sí -afirmó ella.
El deshollinador la miró fijamente y luego dijo:
-Mi camino pasa por la chimenea. ¿De veras te sientes con ánimo para aventurarte en el horno y trepar por la tubería? Saldríamos al exterior de la chimenea; una vez allí, ya sabría yo apañármelas. Subiremos tan arriba, que no podrán alcanzarnos, y en la cima hay un orificio que sale al vasto mundo.
Y la condujo a la puerta del horno.
-¡Qué oscuridad! -exclamó ella, sin dejar de seguir a su guía por la caja del horno y por el tubo, oscuro como boca de lobo.
-Estamos ahora en la chimenea –le explicó él-. Fíjate: allá arriba brilla la más hermosa de las estrellas.
Era una estrella del cielo que les enviaba su luz, exactamente como para mostrarles el camino. Y ellos venga trepar y arrastrarse. ¡Horrible camino, y tan alto! Pero el mozo la sostenía, indicándole los mejores agarraderos para apoyar sus piececitos de porcelana. Así llegaron al borde superior de la chimenea y se sentaron en él, pues estaban muy cansados, y no sin razón.
Encima de ellos se extendía el cielo con todas sus estrellas, y a sus pies quedaban los tejados de la ciudad. Pasearon la mirada en derredor, hasta donde alcanzaron los ojos; la pobre pastorcilla jamás habla imaginado cosa semejante; reclinó la cabecita en el hombro de su deshollinador y prorrumpió en llanto, con tal vehemencia que se le saltaba el oro del cinturón.
- ¡Es demasiado! -exclamó-. No podré soportarlo, el mundo es demasiado grande. ¡Ojalá estuviese sobre la mesa, bajo el espejo! No seré feliz hasta que vuelva a encontrarme allí. Te he seguido al ancho mundo; ahora podrías devolverme al lugar de donde salimos. Lo harás, si es verdad que me quieres.
El deshollinador le recordó prudentemente el viejo chino y el “Generalisimosargentocomandantisimoguerreropatascaprinascachiporrazo”, pero ella no cesaba de sollozar y besar a su compañerito, el cual no pudo hacer otra cosa que ceder a sus súplicas, aun siendo una locura.
Y así bajaron de nuevo, no sin muchos tropiezos, por la chimenea, y se arrastraron por la tubería y el horno. No fue nada agradable.
Una vez en la caja del horno, pegaron la oreja a la puerta para enterarse de cómo andaban las cosas en la sala. Reinaba un profundo silencio; miraron al interior y... ¡Dios mío!, el viejo chino yacía en el suelo. Se había caído de la mesa cuando trató de perseguirlos, y se rompió en tres pedazos; toda la espalda era uno de ellos, y la cabeza, rodando, había ido a parar a una esquina. El “Generalisimosargentocomandantisimoguerreropatascaprinascachiporrazo” seguía en su puesto con aire pensativo.
-¡Horrible! -exclamó la pastorcita-. El abuelo roto a pedazos, y nosotros tenemos la culpa. ¡No lo resistiré! -y se retorcía las manos.
-Aún es posible pegarlo -dijo el deshollinador-. Pueden pegarlo muy bien, tranquilízate; si le ponen masilla en la espalda y un buen clavo en la nuca quedará como nuevo; aún nos dirá cosas desagradables.
-¿Crees? -preguntó ella. Y treparon de nuevo a la mesa.
-Ya ves lo que hemos conseguido -dijo el deshollinador-. Podíamos habernos ahorrado todas estas fatigas.
-¡Si al menos estuviese pegado el abuelo! -observó la muchacha-. ¿Costará muy caro?
Pues lo pegaron, sí señor; la familia cuidó de ello. Fue encolado por la espalda y clavado por el pescuezo, con lo cual quedó como nuevo, aunque no podía ya mover la cabeza.
-Se ha vuelto usted muy orgulloso desde que se hizo pedazos -dijo el “Generalisimosargentocomandantisimoguerreropatascaprinascachiporrazo”-. Y la verdad que no veo los motivos. ¿Me la va a dar o no?
El deshollinador y la pastorcilla dirigieron al viejo chino una mirada conmovedora, temerosos de que agachase la cabeza; pero le era imposible hacerlo, y le resultaba muy molesto tener que explicar a un extraño que llevaba un clavo en la nuca. Y de este modo siguieron viviendo juntas aquellas personitas de porcelana, bendiciendo el clavo del abuelo y queriéndose hasta que se hicieron pedazos a su vez.



Ficha 4. El Romance de la Loba Parda.

Estando yo en la mi choza
pintando la mi cayada,
vide venir siete lobos
por una oscura cañada.
Venían echando suertes
cuál entrará en la majada;
le tocó una loba vieja,
patituerta, cana y parda,
que tenía los colmillos
como puntas de navaja.
Dio tres vueltas al redil
y no pudo sacar nada;
a la otra vuelta que dio,
sacó la borrega blanca,
hija de la oveja churra,
nieta de la orejisana ,
la que tenían mis amos
para el domingo de Pascua.
-¡Aquí, mis siete cachorros,
aquí, perra trujillana,
aquí, perro el de los hierros,
a correr la loba parda!
Si me cobráis la borrega,
cenaréis leche y hogaza;
y si no me la cobráis,
cenaréis de mi cayada.
Los perros tras de la loba
las uñas se esmigajaban;
siete leguas la corrieron
por una sierras muy agrias.
Al subir un cotarrito
la loba ya va cansada:
-Tomad, perros, la borrega,
sana y buena como estaba.
-No queremos la borrega
de tu boca alobadada,
que queremos tu pelleja
pa' el pastor una zamarra;
el rabo para correas,
para atacarse las bragas;
de la cabeza un zurrón,

para meter las cucharas;
las tripas para vihuelas,
para que bailen las damas.